Aquí un recorrido. Un testimonial. Una aguda mirada
de la actividad realizada por los talleres de música, teatro,
pintura y video. /5 años cumplidos y un homenaje al ayer, a la
construcción escénica y visual de la historia viva de nuestra
historia. De nuestro ISF.
Un recorrido humano. Fotografías en movimiento que
saludan a la entrada del salón de actos del instituto. Matiza el
fotograma del otro sector. Por la derecha se puede ver al Hno.
José Marcelo capturado en blanco y negro. Digno de destacar son
las fotografías de la congregación de hermanos vestidos de
rígida sotana negro y cuello blanco. Fotografías con olor a
recuerdo.
En el salón, un documental preparado por Juan Pablo
Moya, por sus alumnos, y por los recuerdos, abre la función.
Veinticinco minutos revisando el ayer. El Hno. Fernando de la
Fuente baila en la pantalla. Una muestra de lo destacado, de la
memoria viva, de la forma de ver las cosas desde la óptica
marista.
Talento puro.
De carne y hueso, dos viejos alumnos se encuentran rememorando
el pasado, cuando a uno de ellos le llega una invitación para
asistir a la celebración del aniversario de su querido colegio.
El argumento basta y sobra para graficar sobre el escenario del
salón principal de nuestro Instituto los 75 años de historias,
de vivencias, de experiencias, de aprendizajes.
La emoción de los recuerdos, un viaje directo a lo
más profundo del corazón humano, allí donde recalan las primeras
sensaciones, las iniciales visiones del mundo, los primeros
valores inculcados. Un grupo de alumnos, todos vestidos ad-hoc a
la época transitan tras la dupla de ancianos. El lleno total del
auditorio se sorprende con el juego de luces que se ha preparado
para la ocasión. La profesora de teatro Claudia Torres lo sabe.
Está nerviosa, ha ensayado demasiado para esta actividad y
quiere que todo salga a la perfección. Y el resultado es óptimo.
Concluye el diálogo de los otrora pupilos; viene la
banda del colegio. Tiene preparada una sorpresa. Tienen
conjugadas letras suaves que se matizan con influencias pop. El
escenario es abarcado por actrices que dan vida a estas letras,
que efectúan sendos monólogos del amor al Instituto San
Fernando. Musas que transitan en una insignia que se ha
preparado a pulso, a manos alzada. La historia de un colegio.
Setenta y cinco años en veintitrés minutos. Todo un récord.
Luego cuando todos creen que el espectáculo ha
terminado, sube al escenario una voz campante, suave, que
sostiene un bebe en sus brazos. Luego otra, más aguda, es de
profesor. Siguen muchas más. De pronto el escenario está lleno
que gente. ¿Pero qué hacen. Cantan el himno del Instituto, el
recuerdo a muchos que no están, el homenaje a todos los que han
llevado el nombre del colegio en sus insignias. Los Buenos
cristianos y virtuosos ciudadanos de nuestro padre Champagnat. A
los dos personajes que abrieron la función y que seguramente a
alguno de los presentes lo identifica hasta las lágrimas, que,
por cierto, abundaron. La muestra cerró y la voz de Don Carlos
Barros despidió a los invitados. Luego los abrazos, gestos de
agradecimiento, las felicitaciones y los aplausos de pie. Muchos
aplausos de pie.